“Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre,
ahí estoy Yo en medio de ellos” (Mt. 18,20)
Nuestra reunión de oración y alabanza debe ser Carismática desde el comienzo, es decir, abierta al poder del Espíritu, y a la manifestación de los Carismas, que deben ser habituales en ella.
Un grupo de oración Carismático no consiste simplemente en reunirse para rezar una ó dos horas a la semana: un grupo Carismático tiene que ser renovador, para conseguir que sus participantes, con la Gracia de Dios, sientan cómo sus vidas se van transformando poco a poco, para caminar y crecer en el Espíritu.
Estas reuniones son para nosotros el instrumento y el medio vital en el que nos movemos para buscar y seguir a Jesucristo, viviendo una relación profunda con El, como esencia de toda vida cristiana. Sólo los renovados por el Espíritu pueden aportar, a su vez, renovación espiritual a la Iglesia.
La meta a la que el Espíritu nos invita al grupo y a cada hermano en particular, es siempre que todo miembro se sienta aceptado, bienvenido y amado por los demás.