Miércoles 7 de diciembre
YO OS DARÉ DESCANSO
Los hombres somos demasiado débiles para llevar los pesos del sufrimiento, de la enfermedad, del dolor y de la muerte. A veces, pequeños o grandes disgustos nos entristecen y nos agobian. La invitación de Cristo es consoladora: "Venid a mí los cansados y afligidos, que yo os aliviaré" (Mt 11,28) y os daré descanso. Hay muchos tipos de descanso espiritual, desde la consolación interior, pasando por los pasajeros descansos en el Espíritu, la sanación de heridas afectivas y de recuerdos dolorosos, hasta la oración de quietud, que robustece a los que van por el camino de Dios. Existe también el descanso definitivo del servidor de Dios, cuando Dios mismo nos alivia para siempre introduciéndonos en su descanso (Hb 3,18).
Jesús nos ofrece el descanso cuando toma cualquier carga de nuestras vidas y la hace más ligera, cargándola con su cruz y dándonos la fuerza de su Espíritu y fortaleza renovada, como a las águilas, para volar sin detenernos, para caminar sin cansarnos y correr sin fatigarnos (Is 40,31). Dios, que no se cansa ni fatiga nunca (Is 40,28), puede fortalecernos mejor que nadie, a los que acudimos a su trono de gracia en busca de ayuda con la oración y el gemido. Él robustece al que le alaba de corazón y que así recibe el consuelo de las divinas bienaventuranzas.
Jesús nos regala su propio Corazón y su Cruz para descansar en Él. De su corazón fluyen bendiciones de consuelo y de amor. De su cruz mana el consuelo y la fuerza para soportar nuestros males, uniéndolos a los de Jesús y ofreciéndoselos a Él.
Jesús, Divino Consolador, haznos sentir tu dulce presencia en nuestras vidas siempre, pero, sobre todo, en las horas de cansancio y de lucha por tu Reino. Y concédenos que un día entremos por tu misericordia y por tu amor en tu descanso definitivo.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo C - Ceferino Santos S.J.