Domingo 24 de septiembre
Domingo 25º del T.O.
ID A MI VIÑA DEL MUNDO
"Id vosotros a mi viña" (Mt 20,2) no es sólo una invitación; es un mandato de Dios. "El llamamiento del Señor Jesús 'Id también vosotros a mi viña' no cesa de resonar en el curso de la historia desde aquel lejano día y se dirige a cada hombre que viene a este mundo" (JUAN PABLO II, Christi fideles laici, (ChFL) 2). Este mandato se dirige a sacerdotes y a laicos, a jóvenes y maduros, porque en la viña de Dios a nadie le está permitido permanecer ocioso (Mt 20,6).
La tarea en la viña del Señor es inmensa. "Anunciar el Evangelio", o la buena noticia de Jesucristo a todos los hombres, es trabajo urgente e inacabable. Hemos de "abrir de par en par las puertas a Cristo" (ChFL, 34) para promover la dignidad de la persona (ChFl, 37) por encima de los bienes materiales y rechazando la desigualdad de los hombres por medio del amor y de la solidaridad.
Todos tienen la misma dignidad de personas y de hijos de Dios y de trabajadores elegidos para el trabajo sin paro por el Reino. Y todos tenemos derecho al trabajo religioso de dar culto a Dios con libertad de conciencia y derecho reconocido (ChFL 39). Todos hemos de trabajar en la viña de Dios para lograr estructuras familiares, políticas y laborales, económicas y educativas más justas y más humanas. Se trata, ni más ni menos, que de la construcción del Reino de Dios en el mundo.
Se necesitan muchas manos y muchos colaboradores incansables para la tarea de Dios. En el envío del Señor: "Id a mi viña", no cabe el paro, pues siempre sobran tareas y planes de Dios aún sin realizar. "Si el vivir esta vida mortal me supone un trabajo fructífero" (Flp 1,22), decía San Pablo, "acepto el seguir viviendo". Nuestra vida y nuestra paga es Cristo (Flp 1,21). Busquemos vivir el trabajo de la viña del Señor, según sus planes, tan distintos de los nuestros (Is 55,8). Llevemos una Vida de sacrificio y trabajo digna del Evangelio de Cristo (Flp 1,24). Y, luego, cuando oscurezca, al caer la tarde de la vida, esperemos con fe y con amor el jornal inmerecido y gratuito de Dios (Mt 20,8).
"Hora de la tarde, fin de las labores; Amo de las viñas, paga los trabajos de tus viñadores" (Himno de Vísperas, Lunes 1ª Semana).
Tú mismo, Señor y Padre, serás nuestra paga grande en demasía. Antes, danos también tu fuerza para realizar tus trabajos con dedicación y sin desfallecimientos. Que así sea.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo A - Ceferino Santos S.J.