Domingo 19 de noviembre
Domingo 33º del T.O.
SIERVOS HACENDOSOS
Un siervo hacendoso aumenta las posesiones de su amo. Un siervo hacendoso y diligente recibió de manos de su amo cinco talentos de plata, -el sueldo de un obrero equivalente a 15 años de trabajo- (Mt 25,15), y fue un buen servidor: duplicó la hacienda de su amo, ganando otros cinco talentos de plata (Mt 25,16).
La mujer alabada en el Libro de los Proverbios es una mujer hacendosa, porque "le trae ganancias a su marido y no pérdidas, todos los días de su vida" (Pr 31,12). Esta mujer no sólo atiende a su marido, sino también a sus criados y aún le sobra tiempo para "abrir sus manos al necesitado y extender su brazo al pobre" (Pr 31,20) con una opción eficaz por los pobres.
San Pablo nos exhorta a que no seamos siervos indolentes y somnolientos: "no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y vivamos sobriamente" (1 Ts 5,6). Como "somos hijos de la luz e hijos del día" (1 Ts 5,5), estaremos solícitos y vigilantes en la espera del día del Señor (1 Ts 5,2), que llegará como un ladrón llega de noche.
No podemos ser "empleados negligentes y holgazanes" (Mt 25,26), que entierran bajo tierra los dones recibidos del Señor. Él nos los da para ponerlos a producir aumentos en la hacienda de nuestro Señor.
María de Nazaret fue la verdadera mujer hacendosa que puso todos sus dones al servicio de su Señor. Ella se hizo servidora diligente de Dios en la persona de su hijo Jesús, con san José y con sus hijos, los hombres... y así sigue hoy, hacendosa y diligente, gestionando ganancias para el Reino de su Señor; ganando almas, extendiendo su brazo a los pecadores y a los pobres como Madre de piedad y de misericordia. A ella "la cantamos por el éxito de sus trabajos, y sus obras la alaban en las plazas" (Pr 31,31). María está ganando millones de talentos de plata celestial, millones de almas más que ningún discípulo de Jesús. Por eso, Dios le ha dado un cargo importante (Mt 25,21) y, como es la que más tiene, es a la que más se le da (Mt 25,20) y le sobra para repartir entre todos sus hijos necesitados.
¡Oh, Señora, mujer hacendosa, que tus obras te alaben! Intercede por nosotros para que podamos ser empleados diligentes para el Reino de Dios y no siervos inútiles a los que se les quita lo que creen tener. María, ven a ayudarnos y a trabajar con nosotros con la fuerza del Espíritu para que Dios sea glorificado en sus obras. Amén.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo A - Ceferino Santos S.J.