Sábado 20 de julio
Sábado de la 15ª Semana
ENCUENTRO CON EL RESUCITADO
Encontrarse con Jesús es hallar "al elegido, al amado, al predilecto" del Padre (Mt 12,18), en quien tiene puestas sus complacencias. No descubrir su misterio es una tragedia, la que vivieron los fariseos que rechazaron a Jesús (Mt 12,14). Buscar a Dios y al plan que tiene sobre nosotros, hasta encontrarlo, es necesario para todos.
Los israelitas buscaron 430 años en Egipto (Ex 12,41) el encuentro con su Dios y luego durante cuarenta años en el desierto. No debemos desesperar ni cansarnos en nuestra búsqueda de Dios, por más que se retrase el encuentro. Esta fue la tragedia de Judá y de Israel.
No todos tendrán enseguida un encuentro personal y amoroso con Jesús. Un encuentro así es un privilegio y una gracia: "Encontré al amor de mi alma" (Ct 3,4).
Hay que buscarle con la oración y en las plazas; con la fe y con el deseo; hay que buscarle de madrugada con la Magdalena y de noche con la esposa de los Cantares. Cristo mismo nos dijo que "el que busca encuentra" (Lc 11,10).
Hay que buscarle con amor y con el Espíritu Santo de amor y encontraremos al Señor resucitado por gracia y don gratuito de su amor. Luego llegarán los encuentros en la oración, en la Eucaristía sin rutinas, en el servicio al hermano con amor y en esperanza. "Cuando encontré al amor de mi alma, le aprehendí y no lo soltaré" (Ct 3,4b).
¿Qué sería de nosotros sin Ti, Señor? ¡Qué vacío en la mente y en el corazón!
Ven, Cristo, plenitud de los santos, gozo de los que Te aman, alegría de los que Te encuentran y fuente de felicidad eterna. Amén.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo C (Ceferino Santos S.J.)